LO QUE SE SABE SEGÚN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

¿QUÉ PASÓ CON ARCESIO BERMÚDEZ?

Es mi deber como periodista reportar los rastros mal tratados por los medios de comunicación. De facto, no solo se trata de informar acontecimientos ocurridos en el país y en el mundo, este asunto del periodismo toca esquinas más profundas donde preguntas como qué pasó con el cuerpo de Arcesio Bermúdez, pueden ejercer presión para encontrar una pronta solución.

En esta ocasión comparto mi investigación con el caso de un familiar muy cercano que perdí hace unos años, pero que, dentro de la clandestinidad se hizo famoso. Arcesio Bermúdez, mi abuelo, crece en Anolaima-Cundinamarca en una vereda colmada de moras y leche, a unos 65 kilómetros de Bogotá. Cuando se camina por estos campos, todos los campesinos de alrededor conocen su historia, sin embargo, con el pasar del tiempo, se ha deconstruido, por esta razón me urge esclarecer cada acontecimiento surgido el viernes 4 de julio de 1969.

 

 

Mientras los norteamericanos manifiestan su independencia con bombos y platillos, en Anolaima, se reparte aguardiente y changua, se juega al trompo y a las canicas. Todo empieza alrededor de las 19:30, cuando mis tíos distinguen a lo lejos en la montaña, una luz de color ámbar que se acerca zigzagueando a la finca “el moral”. El grito no se hace esperar ni mucho menos la presencia de mi abuelo que obsesionado sigue la luz enceguecedora que desfila los campos en diez segundos sin ningún tipo de sonido. Tan pronto como él cruza los matorrales, le enciende un grito a otro de mis tíos: ¡Papi, tráigame el machete que esto es un marciano! Pero entre tanto, mi abuelo ya regresa a la casa, como si le hubiesen quitado el alma. No surgen preguntas ni palabras, solo un perenne silencio que obliga a todos a dormir con todos. Como pueden, acomodan las colchonetas en la sala; nadie pega el ojo, nadie quiere ser raptado, nadie quiere ser secuestrado. A la mañana siguiente, mi abuelo se queja de unos constantes dolores estomacales, pierde el apetito y su orina se torna sanguinolenta. El color de su piel es cada vez más azuloso y sus palabras se las come el viento, cada segundo que pasa está más frío, más delgado, el miedo es profundo y mis tíos regresan a la capital del país. Mi abuelo en estado pre-agónico, es trasladado al hospital de cuarto nivel en Bogotá, sumado con problemas de gastroenteritis, vómito, diarrea excesiva, y una afección en el corazón. Cuando el médico encargado lo trata, no existe un diagnóstico convincente debido a que su condición es inadmisible, lo único sorprendente es que siga con vida, ya que su cuerpo presenta una temperatura corporal muy baja.

Pese a que fue un roble, mi abuelo perdió la batalla a sus 53 años. La fecha y hora del deceso fue lo de menos cuando los médicos se enteraron del avistamiento que mi familia presenció ocho días atrás. Fue tan grande la magnitud de la noticia que, al instante, llegaron unos hombres vestidos de negro junto con unos agentes del gobierno y la APRO, haciendo y deshaciendo preguntas. A mis tíos los hipnotizaron con el fin de describir con pelos y señales cada uno de los acontecimientos sucedidos esa noche, el proceso de hipnosis los impulsó a dibujar el objeto volador no identificado con las mismas características vistas: una nave de forma esférica, con dos patas de colores azules y verdes. Los hombres de negro, altos sin ser vistosos pero efectivos, se habrían hospedado alrededor de dos meses incomodando a mi familia hasta culminar la investigación, que al final y sospechosamente, todo se resume a nada nuevo.



Después de sepultar el cuerpo de mi abuelo en el Cementerio Central de Bogotá, unos científicos le pidieron de manera recalcitrante a mi familia desenterrar el cadáver, ellos se negaron por respeto al alma de mi abuelo. Sin embargo, seis años después, cuando los restos debían ser trasladados a un osario, se realizó la exhumación correspondiente, pero cuando se abrió el ataúd, el cuerpo ya no estaba, sí, no estaba. ¿Qué pasó con el cuerpo de mi abuelo Arcesio Bermúdez? ¿quién o quiénes fueron los responsables de su desaparición? ¿hace cuánto había desaparecido? ¿por qué se lo llevaron? se ha llegado a múltiples especulaciones sobre su posible paradero; que a un sepulturero le pagaron para desenterrarlo y entregarlo a unos hombres, que se los llevaron los extraterrestres, que la Nasa se lo llevó para estudiarlo, ideas que para mis tíos son descabelladas pero que para mí no lo son, porque hasta el más escéptico puede creer en la historia de un hombre que desapareció en las más extrañas circunstancias.  

Debido a los grandes vacíos y lecturas erróneas que presenta este relato, decidí hacer una indagación profunda, hacer un rastreo que los mismos medios desconocen, y en este caso, poder brindarles una información de primera mano con DETALLES INÉDITOS.


Cristina Cueva

 

 


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